Ceramica - El libro abierto de los MOCHICAS
Fueron finísimos observadores, muy sensibles para
captar su mundo y extraordinarios artistas.
Los ceramistas de la cultura Moche, pueblo que
existió entre los siglos I a VIII de nuestra era, llevaron a su más alta
expresión una tradición que se había iniciado más de mil años antes.
Sus ceramios, llamamos “huacos”, ya sea escupidos,
grabados o decorados, son obras de arte que por su perfección, son sólo
comparables a la esculturas griegas o egipcias.
Debido a la perfección y armonía de sus formas y a
la depurada técnica empleada en su fabricación, la cerámica Moche está
despertando admiración e interés en todo el mundo.
Estudiosos del arte y la arqueología o gente común
y corriente, son capturados por la belleza, el naturismo o la mítica imaginación
de estos milenarios creadores.
El Museo Real de Arte e Historia de Bélgica ha
intentado “reconstruir” el proceso de fabricación de los ceramios mochicas
utilizando los Rayos X y la seroradiografía, atraídos por la dificultad técnica
que representa hacer un “asa de estribo”, elemento típico en esta cultura.
La Cultura Moche
Esta cultura inicia su desarrollo en el valle de
Moche, cerca de Trujillo en el Período de los desarrollos Regionales (años 100
a 800 d.C.)
Coexiste con culturas regionalizadas, con mucho
prestigio religioso, y con notable avance tecnológico en la cerámica, la
arquitectura y la agricultura.
Es notable asimismo su avance en la metalurgia, con
fundiciones de oro, plata y cobre y sus respectivas aleaciones como el
repujado, el martillado y el soldado a presión.
La sociedad Moche, permitió una notable incremento
de los artesanos, quienes tuvieron un rol importante y preponderante en la
aplicación de tecnologías propias.
La cultura Moche ha recibido varios nombres.
Max-Uhle la llamó Proto-Chimú, Mochica. Julio C. Tello la denominó Muchik. Y
los norteamericanos de los años 60 la bautizaron Early Chimú.
La Cerámica Moche
Considerada como un “libro abierto”, la cerámica
Moche muestra en su conjunto las diversas expresiones y vivencias de este
pueblo, ya sea en forma natural o en su dimensión mítica.
Visitarla en museos a colecciones es adentrarse en
un mundo antiguo y fascinante, viviendo su gente, su vestimenta, sus
costumbres, todos los actos de su vida diaria, sus creencias, enfermedades,
triunfos y derrotas. Es ver a sus dioses y casi interrogarles. Y hasta conocer
el tamaño de su placer y de sus múltiple modos de hacer el amor.
La cerámica Moche mas fascinante es aquella que
procede de contextos rituales, y cuya elaboración, por su finura y por estar
acompañada de un excelente decoración constituye un desborde asombroso de
plasticidad.
En su dimensión escultórica esta cerámica
representa animales, seres humanos, frutos de su vegetación, arquitectura,
multiplicidad de expresiones etnológicas y rasgos psicológicos y emotivos de
todo el pueblo Moche.
Fases Evolutivas
Artística y tecnológicamente la cerámica Moche, y
al parecer, toda la cultura, evolucionó en cinco fases, como lo ha establecido
el estudioso trujillano Rafael Larco Hoyle.
Fase I
Se caracteriza por la forma de sus vasijas y su
tratamiento decorativo ornamental.
Presenta reminiscencias de la cultura Gallinazo,
grupo cultural que se desarrolló en los valles de Virú, Moche y Chicama, y que
la había antecedido. Estas reminiscencias se observan en los recipientes con
doble pico y puente y el la pintura de algunas vasijas.
Las botellas son de tamaño pequeño, con asa
estribo. Y los golletes terminan en un pico o vertedera con un reborde o bisel
grueso, casi similar a los picos en las botellas Cupisnique.
Fase II
Se caracteriza porque la forma de los cuerpos se
hace más alargada. El asa estribo se torna más alto y delgado, desapareciendo
el reborde del pico. Perdura la decoración geométrica.
Fase III
Se produce durante el auge de la cultura Moche y su
estilo adquiere una fuerte personalidad que lo hace único.
Se agranda el cuerpo de las botellas, y los
golletes asa-estribo se hacen más finos y esbeltos. El asa va adquiriendo forma
trapezoidal y el pico se vuelve corto.
Es la época en que aparecen los llamados
“Huaco-retratos”, por el naturismo de sus esculturas y representaciones. Se
pierde la decoración geométrica apareciendo una decoración figurativa o
realista.
Aparecen las primeras escenas representativas del paisaje o
escenas de Caza. En las vasijas se pintan escenas de las diversas vicisitudes
de la vida material o mítica.
Fase IV
Esta fase coincide con la
expansión del Reyno Moche hacia otros valles. Aquí, las botellas son más
grandes, Los golletes y el asa-estribo adquieren una forma redondeada o
ligeramente trapezoidal. Los picos son tubulares, rectos con bordes ligeramente
afilados.
Los motivos se multiplican. Los
vasos presentan personajes con turbantes, en cima de los cuales se incorporan
representaciones de animales o figuras míticas en una suerte de divinidad
protectora o “alter ego”. La escenografía comienza a mostrarse totalmente y las
representaciones formales de rostros se van dejando de lado para dar paso a los
motivos genéricos que representan escenas de guerra, armas, escudos, guerreros
tomados prisioneros y otros temas de vencedores y vencidos.
Fase V
Es la última fase. Se desarrolla
cerca del siglo VIII. Constituye algo así como el período barroco de la cultura
Moche.
Los motivos y la decoración se
pierden en la forma y el detalle ornamental. El tamaño del cuerpo de las
vasijas se reduce. El gollete y el estribo se alargan. El pico tubular se torna
más delgado, y de forma cónica. El asa se vuelve más trapezoidal. Las decoraciones
incluyen toda la pieza, incluyendo el pico y el asa.
Dos elementos técnicos son
resaltantes en la cerámica: Primero, el empleo de una fina pasta muy molida que
conforma un antiplástico adecuado para dar versatibilidad. Y luego, el uso del
engobe, que es una película de barro con pintura aplicada después de haber sido
pulida. Así quedaron las lisas superficies sobre las que el artista Moche
desarrollo las maravillas del mundo que su inteligencia percibío.
FUENTE: http://www.trujilloperu.com/cultura/culturas.php
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